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El hormigón ofrece numerosas ventajas, como su resistencia y durabilidad a largo plazo, su capacidad de soportar grandes cargas, su bajo mantenimiento, su versatilidad en diseño y forma, así como su buena resistencia al fuego y a los fenómenos naturales, entre otros aspectos.

La vida útil de las estructuras de hormigón depende de diversos factores, como el diseño adecuado, la calidad de los materiales utilizados, el mantenimiento regular y las condiciones ambientales. En general, las estructuras de hormigón bien diseñadas y construidas pueden tener una vida útil de varias décadas e incluso superar el siglo con un mantenimiento adecuado. 

Existen diversos tipos de estructuras de hormigón, entre ellos: losas de cimentación, muros de contención, columnas, vigas, losas de piso, muros estructurales, entre otros. Cada tipo de estructura tiene su propia función y características específicas, y se utilizan en diferentes etapas de la construcción.

El proceso de construcción de una estructura de hormigón generalmente involucra la preparación del terreno, el encofrado para dar forma a la estructura, la colocación del acero de refuerzo, el vertido del hormigón, el curado adecuado y, finalmente, el acabado y el control de calidad.

Las estructuras de hormigón pueden diseñarse y reforzarse para resistir fuerzas sísmicas. Esto se logra mediante el uso de técnicas de diseño sísmico, que incluyen el cálculo y disposición de armaduras de refuerzo, la adecuada distribución de las cargas, la elección de secciones estructurales adecuadas y el cumplimiento de los códigos de construcción sísmica vigentes.